Vincent Van Gogh y el japonismo
Hacia la segunda mitad del siglo XIX, Japón tomó la decisión (con un poco de presión) de abrir sus puertas a Occidente después de siglos de haber permanecido aislado. Desde este momento el interés de ambas partes por conocerse crece rápidamente y el ámbito artístico occidental es uno de los que muestra gran interés por la cultura oriental, en especial sobre Japón. Vincent Van Gogh (1853-1890) fue uno de los pintores en los que podemos encontrar esta admiración por la estética y arte tradicional japonés, que se puede observar en muchas de sus obras. Esta influencia del arte japonés en occidente, se conoció como japonismo, que se observa en el uso de técnicas, motivos y colores.
En el caso particular de Van Gogh, éste se convirtió en un gran coleccionista de impresiones japonesas, llegando a tener una gran colección de éstas en poco tiempo. Sus preferidas eran aquellas que tenían motivos y colores llamativos, como las de ukiyo-e que se trata de impresiones en planchas de madera, que se produjeron en Japón entre el siglo XVII y XIX.
A partir de esta afición se puede encontrar en la obra de Van Gogh colores más brillantes y patrones decorativos. Sabemos, por las cartas que le escribía a su querido hermano Theo, que se quedaba admirando por horas las impresiones japonesas, confesando que su perspectiva se modifica, en especial lo referente hacia los colores.
Japón se convirtió en un ideal para Van Gogh, nunca viajó a este país pero para él representaba un mundo mucho más natural en contraposición a la modernidad que se estaba viviendo en Europa, en particular por la industrialización y el crecimiento de las grandes ciudades. Lo que veía Van Gogh en las impresiones japonesas, era un mundo que parecía más puro y en contacto verdadero con la naturaleza, de tal forma que al mudarse a Arlés, pensaba que su vida sería más parecida a la de los japoneses por la simpleza, lo que para él hace a los hombres más felices.
El sembrador, Vincent van Gogh (1888). Van Gogh Museum, Amsterdam
